Una vez más, los malagueños, que tan orgullosos se sienten cuando les ponen por delante las cualidades y excelencias de estas tierras, le deben a personas foráneas, que vinieron a redescubrir una manera nueva de vivir, el mismo nombre turístico por el que son conocidos a nivel mundial, La Costa del Sol.
Y aunque no lo creamos, el nombre de Costa del Sol proviene del diplomático austrohungaro Rudolf Lussnigg que, en un primer momento, y para más inri y escándalo de los más malaguitas, denominó con aquel nombre la costa de Almería por el año 1928 acompañado de un eslogan muy inspirador “Almería, la ciudad donde el sol pasa el invierno”.
Es a partir de finales de los años 40 cuando diversos medios de comunicación se hacen eco de este termino para determinar la zona costera de Almería, Granada y Málaga y, más adelante y con especial incidencia, el Diario Sur, durante la época dorada de los 50 y 60, delimitará con este sobrenombre la zona costera de Málaga.
Esta comarca abarca una extesión de 390 kilometros cuadrados englobando los terminos municipales de Almogía y Casabermeja. Ocupa la mayor parte de los Montes de Málaga, una parte del valle del Guadalhorce y la conocida Hoya de Málaga donde se concentra la mayoría del área metropolitana. Estas tres zonas limitrofes de la extensión de esta comarca ofrecen muy diversos parajes entre si ofreciendo una marcada personalidad a diferencia de otras zonas costeras de la cuenca mediterranea.
La cocina de esta comarca está claramente diferenciada en dos zonas, la costa y los montes. Por ende, la gastronomía de la costa es la que ha girado en torno al pescado y especialmente al pescado pequeño y capturado en el litoral malagueño, el famoso pescaito frito. El foco de atención se encendió aqui pero cocina tan popular como el pescaito es plato marinero de toda la costa malagueña.
La masificación turística de Málaga o los empresarios hosteleros han querido centrar su escasa ambición gastronómica en tan solo dos o tres platos fáciles como la fritura malagueña, los espetos de sardinas o algún que otro pescaito en salmuera pero la costa malagueña ofrece mucho más que cuatro platos de fritura ya que abarca una amplia guisandería heredada de amas de casa o pescadores con mucha imaginación que elaboraban guisos alrededor de conchas, moluscos, pescados o salazones.
En lo que se refiere a la parte de los montes la gastronomía es completamente antagónica ya que ofrece productos de matanza con todo lo que rodea partes nobles y visceras del cerdo. Aquí existe igualmente una guisandería interesante mucho más allá del tradicional plato de los montes.